No siempre gritan. No siempre golpean. Pero los narcisistas destruyen lentamente. Su poder no reside en la fuerza física, sino en el control psicológico y la manipulación emocional que ejercen sobre quienes los rodean. En Durango, este perfil se oculta detrás de rostros carismáticos, pero su impacto erosiona de forma silenciosa entornos laborales, sociales y, sobre todo, familiares.
El Trastorno Narcisista de la Personalidad no siempre es detectado, pero sus consecuencias son palpables. Padres que invalidan a sus hijos, parejas que degradan emocionalmente, líderes que anulan las ideas y opiniones de otros. Las víctimas, muchas veces sin saberlo, desarrollan ansiedad, baja autoestima, depresión o incluso pensamientos de autolesión. El desgaste es constante, invisible y profundo: no deja moretones, pero sí cicatrices emocionales que pueden durar toda la vida.
En lo que va del año, el sistema público de salud en Durango ha otorgado más de 5,500 consultas psicológicas a 1,210 pacientes, de acuerdo con datos oficiales. Sin embargo, el 40 % abandona el tratamiento antes de concluirlo, en ocasiones por la presión del propio entorno, la falta de recursos o la carencia de conciencia sobre el origen real de su malestar.
Aunque no existen cifras exactas que indiquen cuántos casos están relacionados con el narcisismo, especialistas advierten que una proporción significativa de los trastornos emocionales atendidos podría vincularse con relaciones tóxicas en las que hay manipulación, abuso emocional y dinámicas de control.
Este problema se agrava por su invisibilidad. Mientras la atención pública se enfoca en formas más evidentes de violencia, los narcisistas continúan operando en la sombra, disfrazados de padres ejemplares, jefes exitosos o parejas encantadoras.
Identificar estos patrones es crucial. Reconocer la manipulación, validar las experiencias de las víctimas y fomentar el acceso a apoyo profesional son pasos indispensables para frenar un daño que, aunque silencioso, avanza y deja huellas imborrables. Durango enfrenta así una crisis emocional que necesita visibilidad y acción inmediata.