Con el inicio de la temporada de lluvias, la producción de maíz en la región del Bajío y Ciénega se ve favorecida, pero también enfrenta riesgos fitosanitarios. Dependencias locales han iniciado campañas preventivas enfocadas en el bienestar de los cultivos de granos básicos, especialmente ante la amenaza del gusano cogollero y el gusano elotero, plagas que pueden afectar significativamente la cosecha.
Municipios como Zamora, Ixtlán, Jacona, Ecuandureo, Chavinda y Santiago Tangamandapio cuentan con una superficie sembrada de maíz cercana a las 30 mil hectáreas. Aunque el daño inicial puede parecer mínimo ?una merma del 1% en los primeros granos de cada elote?, a gran escala representa pérdidas económicas relevantes. Por ejemplo, en 10 mil hectáreas afectadas, se estima una pérdida de 100 hectáreas, lo que equivale a una tonelada por cada 100, con un valor aproximado de $7,000 pesos por tonelada.
Para prevenir brotes, se han instalado trampas piloto con feromonas que atraen a la palomilla adulta, similar a la nocturna, la cual es eliminada mediante agua con jabón antes de que fecunde sus huevecillos. El monitoreo se realiza cada siete días, permitiendo una detección temprana y una respuesta eficaz.
Además, se promueve el control biológico mediante larvas de avispa que parasitan al gusano, reduciendo su propagación sin recurrir a insecticidas. Esta estrategia no solo protege el medio ambiente, sino también el flujo económico de cientos de familias que dependen de la producción de maíz.
La detección oportuna y el manejo sustentable de plagas son fundamentales para garantizar la seguridad alimentaria y la estabilidad económica de la región.