Festejan el legado de Esperanza Sesteaga Yescas en su 100 aniversario

La señora Esperanza Sesteaga Yescas celebró el pasado 10 de agosto sus 100 años de vida, siendo reconocida como un ejemplo de perseverancia, fortaleza y amor hacia los suyos.

Originaria del Rancho Los Nogales, en Nogales, Sonora, Esperanza nació el 10 de agosto de 1925 y alrededor de 1940 llegó a San Luis Río Colorado, ciudad que la formar su familia junto a su esposo Eusebio Duarte Granillo (1921-2007), con quien compartió décadas de matrimonio hasta su fallecimiento el 27 de agosto de 2007.

"Llegamos de Nogales y nos fuimos para un pueblito allá cerca de Sáric, allá para Sonora, cerca de Altar, Sonora ¿no? y ahí ya nos vinimos para acá"... "Estaba solo"... "La Obregón era la primera, por ahí venía? Nos vinimos por el desierto".

Su arribo a lo que todavía no era un municipio no fue sencillo: el viaje fue toda una travesía a través del desierto, con una niña en brazos, a bordo de un camión que se descomponía constantemente. Esperanza fue testigo de cómo se fue poblando poco a poco esta ciudad.

"Se venían de por allá de Sonora, de donde podía la gente, como podían ya que hubo carro ya había más raite"... "Cada quien hacía su casita"... "Luego, luego hacían una casita y un pocito y así hasta que gente conocida de allá mismo nos recomendaron y nos prestaron una casa aquí en La Grulla".

Recuerda también sus primeros años en San Luis Río Colorado

"Comenzó mi esposo a trabajar, hasta que se arreglaron ya nos fuimos quedando aquí y luego habían agarrado unas parcelas, hasta que agarramos una tierrita y así, fueron pasando los años, los años"... "Lo que sí había mucha agua, yo me iba a lavar a los pozos"... "Batallamos mucho, pero gracias a Dios que con el tiempo ya nos compusimos, ya sembró mi esposo y ya".

Es hermana de Benancia, de 95 años, y Bernardo, de 89, con quienes comparte una historia marcada por la unidad y el arraigo familiar y su memoria guarda recuerdos de su infancia.

"Andábamos a caballo porque, puros cerros"... "Allá para Sonora se daba mucha bellota"... "Íbamos a pepenar"... "veníamos arreando burros y mi apá se las amarraba en el cuello para poder pasar el agua"... "Para no gastar los zapatos dile, me echaba los zapatos a la mochila (ríe)"... "Me los ponía aquí en el hombro para que no se me gastaran pronto"... "Mi mamá hasta lavaba ajeno"... "Ordeñaba vaquitas".

A lo largo de su vida fue madre de 14 hijos Elvia, Ernesto, Enedina, Eusebio, Teresa, Consuelo, Gilberto, Juana Lucina, Rosa Ermelinda, pero Beatriz?, María Teresa?, José Luis? y Blanca Estela? ya no están físicamente presentes.

"Se enseñaron a trabajar, pues aquí aprendieron más, pues aquí nacieron casi todos"... "A todos los quiero mucho, mis hijos, a toda la familia, hasta los hijos de él, todos".

Para sus familiares, Esperanza es más que una centenaria. Su legado, dicen, está marcado por el amor incondicional, la fe y la fortaleza que ha sabido transmitir a las nuevas generaciones.

"Una gran madre, muy trabajadora"... "Una madre que nos protegió"... "Nos sentimos muy honrados con tenerla 100 años y la atendemos día y noche"... "Nos inculcaron muy buenos valores"... "Su vida nos enseñó más que las palabras y ahora lo menos que podemos hacer es honrarla"... "Una mujer reservada, una mujer bondadosa".

Esperanza es agradecida y hoy se siente contenta por lo vivido.

"Me siento muy agusto, muy contenta porque que Dios me haya permitido tanto año, fíjese, ver a la gente joven"... "Casi no he sido enferma ni mi mamá porque nosotros toda la vida hemos comida del rancho"... "Estoy contenta"... "Estamos preparados para cuando Dios quiera recogerme, ya estamos listos".

La celebración por su centenario no solo conmemoró un siglo de vida, sino también la huella imborrable de una mujer que ha dedicado su existencia a su familia y a la comunidad que la vio echar raíces.

 "Hay gente que dice ay ya me quiero morir porque ya me enfadé, yo no, yo no me arrepiento, al contrario le doy gracias a Dios que tanto año, pues, trabajando y batallando, pero acá estamos todos".