GUAMÚCHIL, SALVADOR ALVARADO.- La Ciénega de Casal guarda un legado histórico notable. Desde finales del siglo XVI fue un punto clave de paso para los viajeros, donde se realizaban diligencias, se reponían caballos y se comercializaban productos.
Hoy en día, solo permanecen las ruinas de aquella antigua hacienda, la cual perteneció a Don Buenaventura Casal desde principios de 1900, y que ahora sus muros son testigos mudos de su grandeza pasada.
Pero lo que realmente atrae la mirada de los turistas son sus aguas termales, manantiales minerales de temperatura cálida que emergen de la tierra para ofrecer experiencias terapéuticas y relajantes. Estas han sido un punto de encuentro y tratamiento naturista por más de 50 años.
"Pues sí, si estaría bien que apoyaran un poquito esto, verdad, lo que son las aguas termales, porque no en todos lados hay y para que hubiera más apoyo de las diferentes autoridades, para que tuviera un poquito más de auge, pues, esto que tenemos, que no en cualquier lado hay. Aguas termales no hay en cualquier lado, es saludable, se puede decir, por los minerales que contiene el agua que viene de la tierra y es terapia para muchas cosas". Expresó Héctor Cortes, visitante procedente de Guamúchil, Salvador Alvarado.
Durante la Semana Santa, la comunidad se transforma en un auténtico festival de festejo popular con cabalgatas que parten desde Yacochito hasta las aguas termales, con música en vivo y ambiente festivo.
A pesar de que la comunidad es pequeña, con apenas unas 300 personas, su gran riqueza sigue siendo invisible a pesar de su historia y potencial turístico. La Ciénega de Casal es un pequeño tesoro escondido que invita a quienes busquen autenticidad, historia y calidez humana, por lo que te invitamos a que conozcas este hermoso lugar.