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09 de Mayo del 2025
Sociales

La psicología de ser madre

La psicología de ser madre

En la cultura popular, la maternidad se suele representar como el momento más pleno y gratificante en la vida de una mujer.


Se habla del instinto materno como una fuerza casi mágica, del amor incondicional que surge de inmediato al ver al bebé, y de una conexión emocional profunda que guía cada decisión.


Sin embargo, esta imagen idealizada es solo una parte del complejo entramado emocional y psicológico que viven muchas madres. Muy pocas veces se habla con honestidad de la ansiedad, la culpa, la tristeza o el desgaste mental que pueden aparecer desde el embarazo y mantenerse durante años. Esta omisión no es menor: el silencio en torno a la salud mental materna puede tener consecuencias serias para las mujeres y sus familias.


Las expectativas sociales impuestas sobre las madres son altas. Se espera que estén disponibles en todo momento, que sientan amor constante, que puedan con todo, que no se equivoquen y que jamás se cansen.




Según los expertos en Salud, Bupa Latinoamérica, definir psicológicamente la maternidad es una tarea compleja, pues cada mujer vive esta etapa de forma distinta.


Sin embargo, se pueden identificar varios elementos comunes: la profunda responsabilidad de cuidar a un ser indefenso, el aprendizaje constante para afrontar miedos, la entrega emocional, la conexión afectiva con los hijos y el desafío de mantener un equilibrio entre la vida personal y familiar. 


Entre el amor incondicional y la exigencia constante




Las madres suelen ser vistas como pilares emocionales de la familia.


Según Bupa, su presencia brinda seguridad física y emocional a los hijos. Esta función de apoyo emocional implica una entrega constante, que puede ser agotadora si no se acompaña de redes de apoyo o tiempos para el autocuidado.


En este punto surge un problema importante: en muchos casos, las madres quedan tan centradas en atender las necesidades de los demás, que olvidan las propias. No es raro que abandonen hobbies, metas personales o incluso su salud física y mental, en un intento por cumplir con el ideal de "buena madre".


Uno de los mayores retos psicológicos de la maternidad es la presión de hacerlo todo bien. De acuerdo con el artículo "Los cambios psicológicos que se producen tras la maternidad", escrito por la psicóloga Paloma Rey para Psicología y Mente, muchas mujeres desarrollan inseguridades ligadas al rol materno.




Esta presión por ser ejemplares puede derivar en baja autoestima, sensación de insuficiencia e incluso sentimientos de culpa cuando no se cumplen las expectativas impuestas por la sociedad.


Algunas madres, por ejemplo, se sienten mal por no experimentar una conexión inmediata con sus bebés o por no disfrutar la maternidad como pensaban que lo harían. Esto no solo genera sufrimiento, sino también aislamiento.


Además, Rey señala que la maternidad conlleva una rápida evolución de la identidad. Muchas mujeres pasan de identificarse principalmente como profesionales, hijas, amigas o parejas, a centrarse casi por completo en su rol como madres.


Este cambio puede modificar la forma en que se relacionan con su entorno, los temas que les interesan e incluso su círculo social. Aunque esto no es necesariamente negativo, sí implica una transformación profunda que merece ser acompañada emocionalmente.


La depresión post parto




Contrario a la visión romántica de la maternidad, la salud mental materna puede verse gravemente afectada durante el embarazo y el posparto.


Según la Secretaría de Salud, en México, 2 de cada 10 mujeres desarrollan depresión durante el embarazo o en el primer año después del parto y de ellas, el 75% no recibe diagnóstico ni tratamiento adecuado.


La presión social, el miedo al juicio y el desconocimiento hacen que muchas mujeres oculten su sufrimiento, mientras intentan cumplir con una idea idealizada de lo que significa ser madre.


Entre los factores que aumentan el riesgo de depresión perinatal se encuentran el bajo nivel educativo, el desempleo, antecedentes de abortos, embarazos no deseados, violencia de género, miedo al parto o eventos estresantes recientes.


También puede influir el hecho de enterarse que el sexo del bebé no coincide con las expectativas propias o de la pareja, lo que revela cómo incluso las ideas preconcebidas de género pueden repercutir en la salud mental materna.




Cuando la depresión se presenta durante el embarazo, muchas mujeres dejan de acudir a sus citas médicas, descuidan su alimentación y su autocuidado, lo cual puede provocar partos prematuros o afectar el peso y desarrollo de la o el bebé. Las consecuencias se extienden al proceso de crianza, con problemas como diarrea, fiebre, dificultades motoras, cognitivas, de lenguaje y sociales en los primeros años de vida.


La Secretaria de Salud explica que es normal sentir tristeza en los primeros 15 días después del parto debido a los cambios hormonales, pero si los síntomas persisten más allá de seis meses, es fundamental buscar atención profesional. La depresión perinatal puede tratarse con psicoterapia y medicamentos, y en la mayoría de los casos, después de seis meses de atención especializada, las mujeres logran estabilizarse emocionalmente.


Además del tratamiento médico, el acompañamiento cercano es clave: la pareja, familiares o redes de apoyo deben involucrarse activamente en las tareas del hogar, el cuidado del bebé, la preparación de alimentos y brindar espacios para que la madre pueda descansar, dormir y priorizar su bienestar. El posparto no es solo un periodo de adaptación física, también es una etapa crítica para la salud mental.


Además, el artículo "Convertirte en mamá, un mar de emociones y sentimientos que hay que cuidar", publicado por la Universidad Iberoamericana, subraya que muchas mujeres no piden ayuda por miedo a ser juzgadas. Hablar de tristeza, angustia o soledad cuando se es madre aún es un tabú.


Además, la falta de información sobre salud mental en los servicios médicos agrava el problema. La violencia obstétrica también puede impactar negativamente en la salud emocional de las madres, sobre todo cuando se les niega el derecho a un parto respetuoso o se les somete a procedimientos innecesarios sin consentimiento.




La salud mental materna no solo influye en el bienestar de la mujer, sino también en el desarrollo emocional, cognitivo y social del bebé. El sufrimiento psicológico durante el embarazo o el posparto puede afectar el vínculo entre madre e hijo, así como la capacidad de respuesta emocional hacia las necesidades del bebé.


Por eso, cuidar de la salud mental de las madres es una responsabilidad colectiva. No basta con decir que "las madres son lo más importante"; se necesita garantizar su bienestar a través de políticas públicas, servicios de salud integrales y redes de apoyo reales.


Actualmente, instituciones como la Secretaría de Salud, el Instituto Nacional de Perinatología, la Asociación Mexicana de Salud Mental Materna y la Línea de la Vida (800 911 2000) ofrecen orientación y atención psicológica para mujeres embarazadas y madres recientes.


No obstante, aún queda mucho por hacer para que estos servicios sean accesibles, libres de estigma y culturalmente sensibles.




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