El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha vuelto a sacudir el panorama político y económico con una propuesta que ha generado reacciones de rechazo en América Latina, especialmente en México.
El llamado Único, Grande y Hermoso Proyecto de Ley, promovido por el congresista republicano Jason Smith, incluye entre sus disposiciones un impuesto del 5% a las remesas enviadas por migrantes desde Estados Unidos. Posteriormente, la propuesta fue modificada y se planteó una tasa del 3.5%, pero el efecto de esta iniciativa sigue siendo motivo de gran preocupación.
Aunque la propuesta ya fue aprobada por la Cámara de Representantes, aún debe pasar por el Senado estadounidense, donde enfrenta una mayor resistencia. No obstante, la posibilidad de que avance ha encendido las alarmas del gobierno mexicano, que lo considera una amenaza directa para la economía nacional y, sobre todo, para los millones de familias que dependen de este flujo de recursos.
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, calificó esta iniciativa como "una injusticia" y "una medida discriminatoria". En una de sus conferencias matutinas, Sheinbaum recordó que "todos los mexicanos que viven en Estados Unidos pagan impuestos, tengan o no documentos migratorios".
Para México, este posible impuesto constituye no sólo una agresión económica, sino también un retroceso en materia de derechos humanos y cooperación bilateral.
¿Qué son las remesas y por qué son tan importantes para México?
Según la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (CONDUSEF), las remesas son transferencias de dinero que las personas envían desde el extranjero a sus familiares en sus países de origen.
En el caso mexicano, estas transferencias son realizadas principalmente por migrantes que viven y trabajan en Estados Unidos, y representan una de las principales fuentes de ingresos para muchas familias en situación vulnerable.
Estas remesas son enviadas a través de instituciones bancarias, empresas de envío de dinero y plataformas digitales, y su importancia para la economía mexicana ha crecido significativamente en los últimos años.
No solo ayudan a cubrir necesidades básicas como alimentación, salud, educación y vivienda, sino que también dinamizan el consumo interno en comunidades que de otro modo estarían marginadas del desarrollo económico.
La CONDUSEF ha emitido recomendaciones para quienes envían y reciben remesas, como verificar que las instituciones de envío estén debidamente autorizadas, comparar comisiones, revisar el tipo de cambio y evitar servicios exprés innecesarios que suelen implicar costos adicionales.
La seguridad y eficiencia del envío es fundamental, especialmente si se considera que este dinero suele representar una parte importante del ingreso mensual de muchas familias.
Remesas en cifras
Según datos del Banco de México (Banxico), en 2024 las remesas alcanzaron los 64 mil 745 millones de dólares, lo que significó un crecimiento del 2.3% respecto al año anterior.
Aunque diciembre de 2024 mostró una caída del 4.9% en comparación con el mismo mes del año anterior, el total anual marcó una cifra histórica para el país. Este dinero ha sido clave para mitigar los efectos de la desaceleración económica que se registró hacia el cierre de ese año.
Las remesas representan casi el 4% del Producto Interno Bruto (PIB) de México, y su impacto va más allá de lo financiero: permiten a muchas familias mantenerse por encima de la línea de pobreza.
En muchas regiones, sobre todo en el sur y centro del país, el dinero enviado por los migrantes es la principal fuente de ingreso familiar.
En los primeros tres meses de 2025, Banxico reportó un ingreso de 14 mil 269 millones de dólares por concepto de remesas, lo que representó un incremento anual del 1.3%.
Estados más beneficiados y perfiles de los migrantes
Los estados que más remesas recibieron durante 2024 fueron Michoacán (5,646.6 millones de dólares), Guanajuato (5,645.3), Jalisco (5,503.1), Ciudad de México (4,684.7) y Estado de México (4,601.5), según datos del Sistema de Información Económica de Banxico.
Estas entidades no solo tienen una alta población migrante, sino también una fuerte dependencia de estos recursos para su desarrollo local.
La Encuesta sobre Migración en la Frontera Norte de México (EMIF Norte) indica que quienes envían remesas son mayoritariamente hombres (73.8%) de entre 30 y 59 años, aunque también existe una participación creciente de mujeres (26.2%), muchas de ellas motivadas por la reunificación familiar.
La gran mayoría de estas personas trabaja en sectores como la construcción, el campo, la limpieza o el cuidado de personas mayores, y una parte importante de ellos no cuenta con un estatus migratorio regular, lo que los coloca en una situación de vulnerabilidad adicional.
A pesar de ello, la conexión emocional y económica con México permanece fuerte. Las remesas no solo representan un compromiso financiero, sino también un lazo afectivo con los hogares que dejaron atrás. En muchas comunidades, ese dinero es el único sustento que permite a las familias salir adelante.
¿Qué consecuencias tendría el impuesto de Trump?
De aplicarse un impuesto del 5% a las remesas, como propuso originalmente Trump, los hogares mexicanos perderían más de 3 mil 237 millones de dólares sólo por los envíos registrados en 2024.
Incluso si se impone una tasa reducida del 3.5%, como la última versión del proyecto indica, el impacto seguiría siendo considerable: más de 2 mil 265 millones de dólares menos en manos de familias mexicanas.
Expertos advierten que este tipo de medidas podrían incentivar el uso de canales informales para el envío de dinero, con el riesgo de fraudes, pérdida de fondos o actividades ilícitas.
También generaría una presión económica adicional sobre comunidades que ya enfrentan problemas estructurales como desempleo, falta de servicios básicos y altos índices de pobreza.
Además, el flujo de remesas no es un fenómeno unilateral. Banxico también informó que durante 2024, los residentes en México enviaron remesas hacia el exterior por un total de 1,308 millones de dólares, principalmente hacia Centroamérica y países del Caribe.
Organizaciones civiles, tanto en México como en el extranjero, han comenzado a organizar campañas para concientizar sobre los efectos de esta iniciativa.
Algunas de ellas han planteado que el verdadero objetivo de Trump no es fiscal, sino político: castigar a las comunidades migrantes como parte de una estrategia electoral basada en el nacionalismo económico y el endurecimiento del discurso antiinmigrante.
En cualquier caso, la discusión sobre el impuesto a las remesas pone en el centro no solo la economía binacional, sino también la dignidad de millones de personas que, con su trabajo en el extranjero, sostienen buena parte del desarrollo de México. Su esfuerzo no puede convertirse en un blanco político. Mucho menos en una fuente más de desigualdad y exclusión.